El día 26 de febrero fuimos a comprar al súper las cosas del mes, además teníamos planeado un paseo al club de campo al día siguiente con mi grupo de amigas. Nos acostamos muy tarde ordenando la mercadería y todo lo que significa tener un bebe y preparar la salida con él, cerca de las 02:10 hrs am. Subimos a la cama y Gustavo insistía en conversar, alrededor de las 03:15 de la noche le dije”Gustavo mira la hora que es, ¡duérmete por favor!”…
Eran las tres con treinta y cuatro minuto una serie de movimientos bruscos me despertaron sentía haber dormido un siglo alcance a ver las cortinas moviéndose, no le tengo miedo a los temblores así es que me dije “ya va a pasar”, sin embargo sonó un rugido desde el interior de la tierra que me hizo levantarme, “anda a ver a Lucciano”, le dije a mi esposo y él se fue a la otra pieza. Prendí la luz y mire por la ventana, mis 2 árboles que dan a la calle se tambaleaban en forma casi circular como si fueran de goma, en eso hubo un estruendo y quedo todo en oscuro, a partir de ese momento empecé a sentir realmente miedo, intente avanzar pero una sacudida más intensa que el movimiento en sí, me hizo perder el equilibrio y caer de rodillas, me levante nuevamente y una quebrazón de vidrios retumbo en mis oídos, pensé “me quede sin ventanales”, llegue al umbral del dormitorio, volví al suelo, grite: “Gustavo”, me dijo: “No vengas, estamos bien, afírmate, cuidado, que nada te caiga encima”, en eso estaba mirando una estructura de fierro de mi escalera, se meneaba como chicle y otro remezón peor que el primero. Parecían segundos interminables solo atine a decirme, “¡por favor para, ya fue suficiente!” (A quien no tengo idea)
Al final paso, recuerdo que pregunte: “¿Que mierda fue esto, un terremoto, un temblor?, comencé a temblar yo ahora, en eso llego mi pequeñito, durmiendo, en su inocencia nunca se dio cuenta de nada, lo acostamos en medio de nuestra cama, partimos a buscar velas y linternas. Mire a Gustavo, respire largo y profundo, él me abrazo, tome conciencia de lo que estaba pasando. Salimos a ver a mis hijos perrunos, estaban con aterrorizados los dejamos en la pieza de Lucciano, eso porque la pandereta que da hacia el final del patio se derrumbo. Prendí la radio de un mp4 y sintonice la Cooperativa dijeron que había que juntar agua y cortar el gas, lo hicimos de inmediato. Después salimos a la calle, todos los vecinos con quienes no he hablado en casi ocho años me preguntaban por Lucciano. Gracias a todos por preguntar, él está muy bien, ni cuenta se dio, respondí muchas veces.
El recuento daba prácticamente toda la loza quebrada (eso fue lo que sonó), el muro en casa del vecino, mis perros llorando arriba, un gatito perdido y Lucciano durmiendo. Y ahora que… por supuesto intente llamar, pero las líneas ya habían colapsado. 30 minutos después llegaron mis viejos, abrace a mi mamá y lloramos juntas, no podría describir con palabras el alivio que sentí, preguntaban por Lucciano y yo repetía que estaba bien que no paso nada, mi mamá me miro y con mucha angustia me dijo: “Grado 8 y el epicentro fue en Concepción”. (Todos los hermanos y sobrinos de mi madre viven allá)
La mañana no llegaba nunca, finalmente dejamos la cama a las 7 am, el agua ya se había cortado y la luz no llegaba, los celulares no servían de nada, solo mi mp4 me mantenía informada, tomamos el auto y partimos a ver la real magnitud de los daños que había dejado este terremoto, pasábamos por las casas, ver niños llorando gente alrededor de fogatas, era más de lo que podía esperar, fui a ver a mis viejos nuevamente, tomamos desayuno con ellos. Yo estaba en alerta, no había dormido nada, durante el rato que estábamos en la pieza seguía temblando, no comí nada tampoco no quería hacer nada en verdad.
Al día siguiente (domingo) fui a almorzar con mis suegros que pasaron el terremoto en Las Cruces, cerca del mar, ellos aunque tampoco contaban con electricidad, si tenían una televisión portátil, por primera vez vi en imágenes lo que paso. Además de un terremoto hubo un tsunami que arraso con toda la costa de la VII y VIII región, el desastre era evidente, botes y barcos en medio de la plaza de las ciudades, casas arrastradas por el mar, un edificio en el suelo, caminos cortados, se hablaba de miles de muertos, mientras miraba todo eso llore mucho, pensaba en la gente, en los animales, en mi familia… No podía seguir mirando todo era demasiado desgarrador.
Llegando a mi casa comenzó otra etapa de este terremoto, Gustavo iba a trabajar media jornada, y a mí me aterraba quedarme sola, quería correr a los brazos de mi mama nuevamente, pero debía ser fuerte por Lucciano. Sin señal de celular aun, con un hilito de agua corriendo, sin electricidad los días se hacían eternos. Escuchaba la radio a ratos para no quedar sin batería. Cargábamos los notebook y celulares en el trabajo de Gustavo, hasta ahora pienso que solo se logra valorizar las cosas cuando no las tienes, darme una ducha, encender la luz para ver eran cosas que yo no podía hacer. Afuera en otras comunas todo parecía retomar un curso normal pero yo estaba muy intranquila en casa, no tenia muro ni seguridad, por la noche se juntaban los vecinos para cuidar las casas porque por mucho que escuche que la gente entro en una psicosis con respecto a las ordadas o turbas de flaytes que robaban, yo si escuchaba disparos en la noche, si vi helicópteros alumbrar y carabineros o detectives correr tras el lumpen. Eso no fue producto de la imaginación de las personas, eso sí paso.
El viernes Lucciano tenía una hora para la radiografía de caderas (3 meses), salimos temprano, después almorzamos con una pareja de amigos que tienen un bebe un mes menos que mi Lu, y por primera vez en una semana comía algo. Me quede la tarde con ellos y volví a mi casa en la noche. Había llegado la electricidad al fin y mi vida nuevamente estaba reconstruyéndose.
Me entere de los saqueos, toques de queda, derrumbes, muertos solo después de una semana de ocurrido todo, el no tener la información antes, no sé si resulto peor o mejor, así es como me toco vivir el terremoto con un hijo de 3 meses y la angustia de no saber nada de nadie.
Mi suegro que por esa semana iba todos los días a verme, me a dejaba lámparas cargadas para la noche y la tv portátil, me dijo: “es normal alterarse, es normal la angustia, de apoco las cosas se irán mejorando, pero seguirás con miedo un buen rato, porque esto nunca antes lo habías vivido”, y de esa manera fue, después de más de un mes de ocurrido este hito en mi vida, me doy cuenta que me fue muy bien. Nadie cercano perdió la vida o su casa, los daños en mi propiedad fueron mínimos, mi bebe es tan pequeño que no tiene ninguna secuela psicológica. Por primera vez rememoro tal cual fueron los hechos sin la angustia de antes, con pena y tristeza pero sin llanto.