En el control de la semana 38 me lleve una gran sorpresa, Andrés me examino como de rutina pero encontro mi presión muy alta, me pidió que esperara 45 minutos sentada fuera de la consulta, esperando que al volver a tomarla bajaría, lamentablemente esto no ocurrió.
Dado el peligroso estado en el que me encontraba y lo avanzado de mi embarazo, mi doctor decidió no correr riesgos y programo la cesaría. Hizo un par de llamadas, se comunico con la matrona y coordino todo en la clínica, así de fácil como quien se pone de acuerdo para almorzar este hombre realizo las gestiones para ingresar a quirófano ese mismo día. Fue así como el 1 de diciembre de 2009, con un embarazo de 38 semanas, nacería mi hijo, eran las 11:oo AM y debía correr a registrarme a la Clínica, buscar la maleta con las cosas en casa y Gustavo coordinar todo en su trabajo para estar 100% conmigo.
El ingreso fue tedioso, le dije a Gustavo, una vez que se hizo el papeleo, que se fuera a la casa para traer la maleta con la ropa del Lu, entonces me quede sola, en el piso de maternidad me recibieron muy normal, para mí todo era nuevo y estaba nerviosa, me pesaron, tomaron muestras de examen, escucharon a mi bebe, me desvistieron y raparon !!. Después de todo ese ritual me dejaron en mi habitación a eso de las 12:20 más menos. Envié un mensaje de texto a todos quienes necesitaran saber (familiares y amigos), algunos me llamaron de vuelta y otros llegaron ese día. A los minutos llego Gustavo más tenso que yo.
Ingrese a pabellón a las 13:20 hrs, estaba mi matrona Mónica y el anestesista, me pidieron que me quedara tranquila, Mónica me abrazo y descubrió mi bata (era de esas que se abren a los lados) el anestesista me dijo: “tranquila sentirás un frio y un leve pinchazo, a decir verdad ni dolió, te empezaran a hacer muchas cosas a tu alrededor, me dijo, así fue colocándome un montón de conexiones al cuerpo. En eso llego Andrés y sentí un real alivio, lo sucedido después es difícil de recordar, recuerdo que me pusieron un capa desde el pecho hacia abajo, Gustavo llego me beso, le pregunte que están haciendo, no dijo nada y me miro raro. Luego de un par de bromas y mucho movimiento en mi útero, sentí que algo me arrancaban de cuajo, los segundos posteriores parecían horas (en mi mente repetía una y otra vez “por favor amor llora”) escuché la voz de mi hijo, un alarido y otro más, el pediatra lo trajo dijo que estaba muy bien, lo bese, le dije ya mi chiquitito no te asustes, Lucciano se cayó. Después se lo llevaron y a gritar otra vez , mientras lo revisaban a mi me cocían, oia desde lejos el llanto de mi niño y no podía hacer nada.
Luego de eso fui a recuperación por cerca de una hora, cuando empezaba a quedarme dormida llegaba alguien a revisarme, comenzó a picarme el cuerpo sobre todo el pecho, se lo comente a un doctor me dijo que era una reacción normal a la anestesia. Llegue a la habitación y estaban mis papas afuera, preguntaron por Lucciano, le dije ahora lo van a traer. En eso llego mis suegros y la Viví (mi amiga del alma), estaba ya en la habitación cuando llego mi pequeño. También estaba una primita y comenzó la dura tarea de tratar de alimentarlo, que necesita un capítulo aparte.
En un momento me sentí muy mal, todo daba vueltas y un frio recorrió la espalda, me estaba desvaneciendo, le pedí a mi prima que tomara a Lucciano y llamaron a las enfermeras. Fue una baja de presión, provocada por una hemorragia interna en la herida. Desde ahí era un desfile de matronas, enfermeras y asistentes que llegaban a revisarme y estrujar mi útero, lo aplastaban, además un punto externo comenzó a sangrar. Estaba exhausta y con mucha hambre no había comido nada en todo el día solo agua. A eso de las 10 de la noche se fueron todos y quedamos solo Gustavo y yo, por fin descansamos con nuestro hijo.
Los días siguientes fueron de visitas y recuperación, el primer día no valía nada, pero al siguiente ya podía levantarme y caminar, lo hice con cuidado. Al 3º día me levante muy temprano cerca de las 6 de la mañana , tome una ducha y espere a mi niño para alimentarlo. En la noche no dormía nada pensando en él. El ultimo día lo note algo amarillo, el pediatra solicito un examen de bilirrubina, que salió algo alterado pero todo dentro de los límites normales, fue dado de alta y yo también. Finalmente el viernes 4 de diciembre volvía a casa con mi Lucciano en brazos.