domingo, 29 de noviembre de 2009

Tercer semestre, en la recta final


A partir del 30 de septiembre deje de trabajar, para octubre tenía una panzota inmensa y mis extremidades comenzaban a hincharse mucho. Arreglar su pieza, comprar telas para las cortinas, las cosas que le faltaban, todo se hacía mucho más pesado y en la medida que pasaba el tiempo estas actividades eran demasiado rutinarias. A ratos extrañaba trabajar, pero siempre había algo que hacer y siempre estaba atrasada con tareas pendientes

Literalmente empiezas a mentalizarte con la idea de que el periodo embarazo y regaloneo se acabo. Muchos te dan consejos, sin embargo a mi me parecen más bien advertencias con un toque de mala vibra: “Prepárate para lo que viene” o “Ahora sabrás lo que no es dormir”, frases por el estilo te crean un terror a terminar este periodo.

Lucciano habia dejado de moverse con la vigorosidad del segundo semestre, asumo, por la reducción significativa de su espacio, cada vez que iba a una ecografía me consultaban: “¿Estas segura de tu FUR?”, y agregaban: “es que tiene un porte de un bebe mucho más grande de lo que debiese ser”. Mi pequeño siempre estuvo en crecimiento percentil 90, lo que significaba que estaba muy bien alimentado, pero que sería un problema al momento de pensar en un parto vaginal, poco a poco fui renunciando a la idea de un parto natural y acostumbrándome a programar el nacimiento de Lu por una cesaría. No quería correr riesgos.

Las últimas semanas fueron insoportables, contando desde la semana 32 todo se torno extremadamente difícil, físicamente mi cuerpo también me pasaba la cuenta, los pies además de hinchados me dolían por el peso que estaban recibiendo, las manos me picaban y se dormían todas las noches despertando con los dedos enormes. La noche se hacía eterna, dormía cerca de 1 hora de corrido para luego estar 30 minutos buscando una posición cómoda ara seguir durmiendo. Por ultimo estéticamente estaba y me sentía horrible, tenía la cara pálida y llena de pecas, el cuello, las axilas y la entrepierna manchada con un tono muy oscuro (yo que soy como leche de blanca); para rematar mi autoestima el vientre completo se me lleno de un mes a otro de estrías tanto que parecía cebra.

A pesar de esto había podido aguantar fácilmente las 40 semanas, de no ser por una alerta que recibí la semana 35, mi presión arterial durante el último mes había sido muy inestable mostrando indicios que podría estar desarrollando un cuadro de preeclampsia, aunque aún no se manifestaba tuve que estar muy alerta chequeando mi presión cada 4 o 5 horas desde ahí en adelante. En la semana 37 Andrés (mi ginecólogo obstetra) me informo que debíamos programar una cesaría desde la semana 38 en adelante así es que fijamos como fecha tentativa entre el 6 y 9 de diciembre. La cosa esta vez iba enserio y ya no había vuelta atrás.