“Es muy difícil que quedes embarazada, con tu esposo son lo que se denomina una pareja poco fértil”, esa fue la lapidaria frase que escuche de un doctor hace como 3 años cuando acudí a él por una falsa alarma de embarazo. Fue extraña mi reacción, no buscaba ser madre, de hecho hubiera sido una mala noticia si realmente fuera positivo mi estado, sin embargo ese día al salir de la consulta… llore.
No se lo comente a nadie, pero si una angustia recorrió mi cuerpo, ¿Que pasaría si nunca pudiera tener un hijo?, ¿Que pasará cuando quiera agrandar mi familia y después de muchos intentos no logre nada?, inevitablemente estas preguntas rondaron mi cabeza varias semanas. Gustavo se inquieto también, yo trate de no darle importancia, sin embargo algo en mi mentalidad se modifico radicalmente. Deje de tomar pastillas, solo me cuidaba con preservativo y calendario, eso cuando me acordaba, no tenia sentido evitar un embarazo que tal vez nunca pasaría.
Con el pasar del tiempo me olvide de aquello seguí mi vida, cambie de trabajo, deje la estabilidad y comodidad que me otorgaba un contrato de 3 años y fui a probar suerte trabajando con honorarios en una Municipalidad, contratada como profesional pero con un sueldo publico, también decidí continuar estudiando para lograr la Ingeniería Ambiental en la Usach. La vida era plena, parecía girar en torno a mí y mi desarrollo personal.
Fue en esta condición cuando un dia X se me ocurrió sacar cuentas, no recordaba las fechas del último periodo pero si sabia que tenia algunos dias de atraso. Algo en el interior me decía que tenia que hacerme un test. Lo encargue y en la mañana de un sábado 4 de abril de 2009 tome la prueba, media dormida vi 2 rayas una azul y otra rosada bastante tenue. No me lo crei, hice todo lo que estaba planeado ese día y repetí el examen al siguiente. Volvió a ser positivo… Todo cambio a partir de ese momento.
